viernes, 13 de septiembre de 2013

De Buenos Aires a Nueva York por American Airlines.

Luego de haber viajado este verano a Estados Unidos y haber visitado Miami y Key West, tuve la dicha de volver al norte del continente. Pero esta vez era especial, ya que iba a ser mi primera vez solo. Tengo 22 años y siempre viajé con mis viejos, y si bien nunca la pasé mal (al contrario, siempre tenemos buenas vacaciones), hacía tiempo venía con muchas ganas de ir por las mías. Conocer gente nueva, hospedarme en un hostel, en fin, salir al mundo. De movida mis viejos me dieron su visto bueno y, aún cuando dudaba, me animaron a hacerlo. Es por eso que quiero agradecerles públicamente; no solo por financiarme, sino por el apoyo moral. 
La razón de la elección de American radica en el precio. Frente a otras opciones, era la más económica. Otras veces tuve la oportunidad de viajar por esta aerolínea y debo decir que quedé satisfecho con la relación precio-calidad. Cumplen con lo que prometen.

Esta vez, mi destino (al menos en un principio), no estaría en el Sunshine state, sino que se trataba de un sueño que quise cumplir desde que tengo uso de razón. Es por eso que el vuelo AA 954, que partiría a las 20:10 de la ciudad de Buenos Aires, me trasladaría al aeropuerto internacional John Fitzgerald Kennedy de la ciudad de Nueva York.

Teniendo en cuenta el horario de salida del vuelo, le pedí a mi viejo que salgamos de casa a eso de las 17:00. Vivimos en Bernal y, considerando que viajaríamos por autopista, el recorrido sería rápido. ERROR. Los clásicos embotellamientos de la tarde en la autopista 25 de Mayo y Richieri nos demoraron bastante, sumado al encendido de la luz de advertencia del tanque de combustible del auto. Tuvimos que parar a cargar nafta en la YPF que está sobre la autopista, justo frente al Mercado Central. Ahí nos demoramos 25 minutos. Pueden imaginarse que los nervios se estaban apoderando de mí. Pero una vez de vuelta en la autopista, me relajé al mirar hacia mi izquierda y ver la plataforma del aeropuerto, con las primeras luces encendidas. Esa sensación de felicidad que te recorre el cuerpo, esa sensación que para la mayoría no existe, esa sensación que nos convoca a leer este foro.

En una maniobra que podría haber sido tranquilamente extraída del manual de operaciones del SWAT, me bajé del auto, saqué la valija y se la di a mi vieja para que la mande a encintar, mientras yo me ocuparía del check in. Mi viejo fue a estacionar. Miré la hora en el reloj que está fuera de la terminal A. Eran las 19:20. Me dirigí al área de self-check in. Se me acercó una muchacha que me dijo "si llegabas diez minutos más tarde no subías, ¿eh?". Eso me dió cierto alivio, al saber que tenía mi lugar asegurado en el vuelo. Me ayudó con las formalidades y en cuestión de minutos ya tenía listo mi boarding pass. Conseguí mi equipaje y fuí a hacer el baggage drop. Preguntas de rutina, todo respondido con monosílabos. 

"Gracias, nos vemos en algunos días" les dije a mis viejos y a mi hermano. Abrazo, beso y medalla. Me di vuelta y saludé nuevamente. Ahora era yo contra todo el mundo. Cuando volví a darme vuelta, toda mi familia ya se había ido: mi viaje estaba por comenzar.

Hice el primer chequeo de seguridad con rapidez. El drama lo iba a tener en migraciones, donde una eterna fila se enroscaba por todo el pasillo cual serpiente amazónica. Es claro que es una hora de tránsito intenso en cuanto a las salidas del aeropuerto, ya que la mayoría de los vuelos que parten a Estados Unidos lo hacen en ese horario. A favor, tengo que decir que la mayoría de los box estaban en uso, pero debemos considerar que por lo general suelen demorarse con los grupos familiares. Destaco que los empleados tienen muy buen trato con el usuario.

Considerando que todavía tenía 15 minutos antes que comience el embarque, fuí a chusmear el Free Shop. Mentira. Fuí a mirar a las promotoras de perfumes del Free Shop. Las cosas como son. En general, los precios de los perfumes estan bien, pero el precio de las prendas desentona escandalosamente. También quise llevarme un dulce recuerdo de mi país y fuí al kiosco a comprar un alfajor. Miré, miré y me decidí por el bon o bon simple de chocolate blanco. ¿Qué mas contarles que la expresión de mi cara cuando me dijeron"$10"? Ok, él no tiene la culpa, pero me parece EXCESIVO el precio por un alfajor. Entiendo que es un aeropuerto, pero no es justo.

Con mi recuerdito en el bolsillo de la mochila, comencé a hacer la fila del vuelo. Bastante ordenado, primero First, Business, pasajeros con prioridad y requerimentos especiales. Por último, nosotros, el pueblo.
Tuve un último chequeo de seguridad pasado el scan de los boarding pass y antes de acceder a la manga. Fue al azar, revisaron mi equipaje de mano y me pidieron que me quite las zapatillas. Perdón te pido, si estás leyendo, muchacho de seguridad. 

Cuando voy por la manga me gusta caminar despacio. Este es el momento donde culmina esa cuenta regresiva que empecé hace tantos días. Escucho con atención mis pasos. Me acerco al avión y le doy dos golpecitos al fuselaje. Está frío. Muestro mi boarding pass y me indican en un dudoso español que siga por el primer pasillo hasta el fondo. No era tan al fondo el 27A.
Una vez que encuentro mi asiento, me llevo una agradable sorpresa. La manta y almohada que nos habían dejado era de alguna clase superior, ya que su tamaño, por ende, comodidad, era mucho mayor que las que suelen ofrecer en clase turista. Me senté, dejé mi mochila al costado del asiento y levanté el cover de la ventanilla. Secuencia obligada si las hay.
El pitch me resultó cómodo, ya que no soy muy alto. De todos modos, el mejor espacio entre piernas lo tuve a la vuelta. Pronto sabrán por qué. 

El carreteo fue suave. El capitán se presentó a si mismo y a la tripulación basada en Nueva York. Nos informó las condiciones del vuelo. Sería tranquilo, sin turbulencias previstas. Estaríamos sobre las nubes durante un poco más de 10 horas, a una altura de 40.000 pies y casi a 480 nudos. Sobrevolaríamos el norte argentino, Bolivia, Brasil y Venezuela. Nos internaríamos en el mar Caribe y volveríamos a pasar por encima de tierra firme solo en República Dominicana. El continente aparecería una vez que nos lleguemos al estado de Nueva York. Clarito.

El despegue no tuvo mayores incidencias. El Boeing 777-223ER hace ruidos extraños cuando se sacude, que me imagino que serán los overhead bin, covers de ventanillas o algo así. El avión giró de forma cerrada y cuando volví a mirar por la ventanilla, estábamos sobrevolando Ezeiza. Minutos después del despegue, las TCP repartieron auriculares para que los pasajeros que no contaran con los suyos pudieran disfrutar del AVOD. De eso hablaremos ahora.

Creo necesario hacer un párrafo aparte para el entretenimiento que ofrece a bordo American. Las revistas American Way y Nexos (su par en español y portugués) tienen entrevistas a personalidades interesantes. Mi única objeción es la abundancia de publicidad, pero no puedo culparlos. Por otro lado, el sistema AVOD merece una mención. Si bien es cierto que la interfaz resulta algo obsoleta, el contenido es brillante. Los canales musicales satisfacen todos los gustos, e inclusive hay un canal que reproduce charlas y conferencias sobre liderazgo, destinada a ejecutivos. Para los que me preguntaron en privado; no, no lo escuché.

Estoy en condiciones de elevar una queja formal American, considerando la desilusión que me provocó no haber tenido un primer servicio de snack y bebidas. Este verano volé a Miami y nos sirvieron, previo al almuerzo, un paquete que contenía con un mix de pretzels y triángulos de sésamo que, al acompañarlos con una cerveza, nos da un buen acercamiento a la idea de "paraíso". Pero no, esta vez no los tuve. De todos modos, la venganza ya iba a llegar en el viaje de vuelta. Pronto les contaré por qué.

El avión ya había alcanzado su altitud crucero y todo parecía calmo, cuando un olor a comida caliente empezó a inundar los pasillos del avión. Este es el momento en que todos los pasajeros, sin coordinar los movimientos, comienzan a girar su cabeza en dirección al galley. No me pregunten por qué, pero si hay una pareja y ven que las TCP van con su carrito lleno hacia el frente del avión, se miran y sonríen, como diciendo "si, ahora si vamos a comer...". Cosas que pasan.
La opción de cena para esa noche consistía en pollo o carne. Elegí carne, que estaba cocida en una especie de salsa strognoff o símil, y llevaba un acompañamiento de arroz con brócoli y zanahorias. Considerando que era comida de avión, estaba bastante bien. Tierno y sabroso. Sea cual sea la opción deseada, incluía un paquete de galletitas tipo crackers, un bollo de pan frío como culo de minero, manteca, queso crema, una ensalada con un aderezo tipo italiano y el postre, que era un paquete de las gloriosas ChipsAhooy(es la versión original de las Pepitos, solo que un poco mas húmedas). Cabe destacar la amplia selección de bebidas ofrecidas: amén de la práctica botella de agua (que sirve para todo el vuelo), se puede elegir entre agua con gas, jugos de naranja o manzana, gaseosas de línea Coca Cola, Pepsi, jugo de tomate Motts, Ginger Ale, Sierra Mist, Dr. Pepper, vino tinto o blanco y mucho más. En ese aspecto, creo que los muchachos de AA hacen bien las cosas.

Luego de cenar y ver los dos capítulos disponibles de The Office, me dispuse a dormir. Dado que estaba bastante cómodo, dormí largo y tendido durante todo el vuelo. Solo me desperté cruzando Venezuela pero rápidamente volví a dormirme. No abrí los ojos hasta unos minutos antes del desayuno.

Una vez despierto, me paré para estirar las piernas e ir al baño. Al acercarme al galley trasero, pude ver a las TCP en acción, mientras charlaban y hacían su trabajo. Rápidamente un profundo olor a masa horneándose inundó la cabina de pasajeros y esa fue mi señal para correr a tomar el desayuno. Yo sé que muchos desprecian el croissant que sirve AA, pero a mi me resulta muy rico. En este caso, venía acompañado de manteca, mermelada de frambuesa, un jugo de naranja individual y una pequeña ensalada de frutas, aparte de tu elección de infusión. Las TCP pasaron a retirar las retirar las tablas de desayuno y al revisar el mapa, estabamos a menos de media hora de llegar al destino.

Tal como lo habían previsto el capitán antes de aterrizar, la ciudad de Nueva York nos recibiría con lluvia ligera y unos 22ºC. La aproximación se hizo atravesando una densa capa de nubes. Para que puedan darse una idea, pude divisar tierra solo entre los 250 y 300 metros de altura. Una lluvia de aplausos sorprendió a los pilotos, sello original de cada grupo de pasajeros argentinos suelto por el mundo. Cosas que nos identifican. 

El rodaje hasta nuestra posición en la terminal 8 fue largo. Una vez que el avión se detuvo por completo, los pasajeros comenzaron a sufrir lo que yo llamo el "síndrome del culo caliente", que es una enfermedad que no les permite quedarse en sus asientos y los obliga a querer dejar el avión, cuando ni siquiera se han abierto sus puertas. Ser paciente tuvo su premio. Mientras que la gran mayoría de los pasajeros se había retirado, le pregunté a una TCP si podía llevarme un amenity kit, a lo que ella respondió que si y me agradeció por preguntar. Eso demuestra que es muy normal que los pasajeros se los lleven sin ni siquiera preguntar.




Ya estaba en suelo americano. No podía esperar para salir a recorrer la Gran Manzana, pero para eso debía esperar. No tanto como creía, ya que los trámites migratorios fueron rápidos -y con una muy buena atención de parte de la agente de seguridad que me tocó- y el baggage claim me esperaba con mi equipaje acomodado y custodiado. Punto para KJFK. La reseña de este aeropuerto, en el próximo reporte.

El transporte hacia la ciudad es sencillo. En mi caso, tomé el Air Shuttle hacia Jamaica Station. Ese trayecto cuesta alrededor de u$s 2. Luego, realicé la conexión al Long Island Railroad, que conecta la ciudad de Nueva York con Long Island. El costo es de unos u$s 8 y, si bien es caro, creo que el servicio en sumatoria resulta muy satisfactorio. Pero el reporte de Nueva York, incluyendo su transporte, vida y ritmo, quedará para otra oportunidad.

Como dicen en airliners.com "feedback is always appreciated"
Yo digo "comenten que nadie les va a cobrar y me gusta que lo hagan" 

Gustavo G.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanto gustavo!!!!!!

Juan Cruz Gimenez dijo...

Muy bueno Gus! Subi el próximo rapido que quiero saber mas ahora.
PD: espero hagas una cuando viajemos juntos.
Saludos

Viviana dijo...

Muy buen relato Gus,,, la historia bien contada.. me gusto bs

Florencia B. dijo...

Buenísimo Gus! :)
Me mate de risa, quiero parte 2!

Anónimo dijo...

Me encantó el relato y me deja esperando el resto del viaje. Me quedé con la sensación de que lo mejor está por venir.

Soy una enamorada de NYC y el relato me hizo recordar a mi primera vez en la gran manzana, hace ya 13 años atrás.

Aprovecho para decir que comparto abosulutamente la opinión respecto de AA y que me llamó la atención la duración del video (9:11), casualidad??

Anónimo dijo...

Aguante Lan, que tiene alfajores ricos. Iberia, que te hablan "puesh tío" y United, que te pasan el cd de Ed Sheeran y no te cobran nada.

Los de AA te rompen la valija y no te la pagan.
Te mandan al último asiento porque son pelotudos.
Y te hacen volan con el equipo de Cheerleaders.

Amén.

Hector Gerrtner dijo...


Muchas gracias por sus comentarios. Voy a subir algunos puntos fuertes que me gustaron de la ciudad, tratando de no caer en los lugares más conocidos de la ciudad.

La duración del video es pura casualidad, realmente no lo había pensado. Gracias por destacarlo.

Comparto que Lan brinda un mejor servicio que American, pero no me parece que sea como para desmerecer de ese modo a la aerolínea. Es verdad que a veces es cuestión de suerte. Lamento que hayas tenido una mala experiencia. Me gustaría que la compartas en privado. Muchas gracias.